Cada picadura es una pérdida. Y cada omisión, un paso más hacia el desastre sanitario. La garrapata bovina resiste y gana más territorio en la ganadería.
“Estamos con el agua hirviendo y no lo estamos viendo», advirtió el médico veterinario Julio Reggi, referente en sanidad animal y especialista en garrapata bovina. Con esa frase y la metáfora de la rana dentro de la olla con agua, que no advierte el aumento progresivo de la temperatura hasta morir hervida, el profesional encendió todas las alarmas.
Se trata de una amenaza silenciosa que desangra la ganadería argentina: la garrapata bovina. Según Reggi, las pérdidas ya oscilan entre los U$S 120 y 200 millones por año, afectando de lleno a la rentabilidad, pegándole fuerte la eficiencia reproductiva, el comercio y el bienestar animal. Y el panorama futuro, de no cambiar el enfoque actual, es directamente catastrófico.
Carne, leche y sangre
«Cada garrapata que completa su ciclo de 23 días puede consumir hasta 3 cm³ de sangre. Un animal muy parasitado pierde hasta 40 litros por año», detalló Reggi. Eso representa entre 60 y 80 kilos menos de carne, menos leche, menos preñez, más abortos, más hembras improductivas y más terneros muertos.
La parasitación masiva genera un estrés fisiológico y nutricional severo, que deriva en inmunosupresión y deja al rodeo vulnerable ante enfermedades reproductivas. “No come, no ovula, no implanta el embrión y lo pierde”, resumió. En cada pico de infestación, el impacto productivo se multiplica.
El avance de la garrapata bovina ya está en marcha
La garrapata bovina ya afecta entre 16 y 18 millones de cabezas en 80 millones de hectáreas ganaderas. Pero lo más preocupante es su avance territorial. Según estudios citados por el profesional, “con pequeños cambios climáticos podría volverse endémica hasta el norte de Buenos Aires, afectando a zonas lecheras claves como Las Colonias y Castellanos en Santa Fe”, reveló.
“El parásito está volviendo al sur de Entre Ríos, al norte de Córdoba y al tercio inferior de Santa Fe”, afirmó. En ambientes favorables —déficit hídrico bajo, temperaturas suaves— puede haber hasta cinco generaciones por año y una viabilidad del 80% de los huevos. “Cada garrapata pone 3.000 huevos… y con esa tasa de éxito, el campo queda sembrado”, graficó.
La resistencia química
La resistencia a los garrapaticidas dejó de ser un riesgo futuro. Es una realidad. “Tenemos 90% de resistencia a piretroides, 63% a amitraz, 30% a lactonas y mezclas”, enumeró Reggi. “Es un fenómeno genético, inevitable e irreversible. Lo único que podemos hacer es retrasarlo”, agregó.
La resistencia a los garrapaticidas dejó de ser un riesgo futuro. Es una realidad. “Tenemos 90% de resistencia a piretroides, 63% a amitraz, 30% a lactonas y mezclas”, enumeró Reggi. “Es un fenómeno genético, inevitable e irreversible. Lo único que podemos hacer es retrasarlo”, agregó.
“La industria farmacéutica prácticamente ha abandonado el desarrollo de nuevas moléculas para bovinos. Las pocas drogas nuevas tardan años en aparecer, no tienen patente protegida, y no hay investigación para baños de inmersión.
Mientras tanto, los errores de aplicación, la mala rotación y el uso indiscriminado aceleran la resistencia”, afirmó.
Tristeza y anaplasmosis
“La tristeza bovina tiene una prevalencia nacional del 2,2%. Pero mata al 50% de los animales que no son tratados, y muchos de los que se tratan también mueren por falta de diagnóstico temprano”, alertó Reggi. Y detalló que “las pérdidas son silenciosas, porque el personal escasea, los síntomas se confunden y la vegetación alta dificulta la detección”.
A esto se suma la anaplasmosis, que hoy crece por fuera de las zonas de garrapata. La principal vía de transmisión ya no es el parásito, sino las agujas sin desinfectar durante vacunaciones o extracciones de sangre. “Es explosivo. En una semana, podés tener ocho casos en un solo lote”, alertó.
Falsas creencias
Durante décadas se creyó que un animal «nacido y criado en zona de garrapata» era inmune y Reggi lo desmiente: “Eso no va más. El 72% de los campos del NEA y el 83% del NOA no tiene inmunidad suficiente para babesia, ni anaplasma. Incluso en zonas infestadas, los rodeos son inestables y susceptibles a brotes graves”, sentenció.
Asimismo, indicó que “hoy el ciclo de la garrapata puede durar entre 20 y 41 días, y si no se corta a tiempo, deja el campo infestado. En zonas con alta humedad y temperaturas suaves, nacen larvas todos los meses del año”.
Huéspedes alternativos
La aparición de huéspedes alternativos ha complicado el control de la garrapata:
» Caballos y ovejas: Antes no se le prestaba atención debido a la eficacia de las ivermectinas y lactonas, lanzadas en los ´80, que «solucionaban todo el problema». Hoy, estas lactonas «no andan para parásitos intestinales, ni para garrapata, ni para sarna», lo que ha llevado a la reintroducción de sarna bovina y la presencia de «majadas de ovejas con garrapata de bovino o caballos con mucha garrapata», observó el profesional.
» Ciervo Axis y Chancho: La introducción del ciervo Axis hace 40 años para cotos de caza generó una proliferación «desmadrada en Corrientes y en Entre Ríos. El problema no es el ciervo, sino su densidad poblacional y también el cerdo, que aumentan la carga y la probabilidad de supervivencia y dispersión de la garrapata”, explicó Reggi.
Aunque un estudio en Entre Ríos mostró que el ciervo produce muchísimo menos garrapatas que el bovino, igualmente «nacen, se pueden subir al bovino, y como tienen conducta migratoria se dispersan», alertó.
Escenario alarmante
Según Reggi, el escenario futuro al que la ganadería debe adaptarse incluye: por un lado, la reinfestación de grandes áreas, en mix con el fenómeno de resistencia a varios principios activos y resistencia múltiple. Asimismo, seguirán las deficiencias en infraestructura y personal, al tiempo de cambios en instituciones y estatus sanitarios.
Sin dudas, esto seguirá contribuyendo a un serio impacto en los índices productivos y reproductivos, y en los productos brutos geográficos de las provincias, la presencia de rodeos no inmunes y cambios en los sistemas de producción.
¿La consecuencia? Dificultades en la comercialización, imposibilidad de despacho y problemas para la exportación.
A esto se suma una “alta densidad de huéspedes alternativos y el riesgo de presencia de residuos en carne y leche, y contaminación del medio ambiente”.
Un cambio drástico, ahora
“Hay que dejar de mirar para otro lado”, exige Reggi. Las soluciones son claras:
» Vacunar con las herramientas disponibles del INTA y Bio Jajá.
» No dejar “garrapatear”: evitar que el parásito complete su ciclo.
» Controlar el vector y recuperar la inmunidad en los rodeos.
» Manejar responsablemente la resistencia química.
Finalmente, Reggi citó un documento de la FAO de 2004, destacando que la garrapata bovina es un problema mundial y que se necesita «un cambio drástico en el enfoque de la lucha».
La profesionalización será «fundamental,» porque de lo contrario, «vamos a tener aumento de casos de resistencia de los garrapaticidas, resistencia múltiple, no vamos a poder controlar nada, además de la contaminación del medio ambiente y presencia de residuos en carne y leche, con lo cual vamos a tener problemas de exportación».
Fuente: Motivar.com.ar

